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Enrique Rodríguez es un poeta provincial nacido en 1964 en Monguí, Boyacá. Hoy lo hemos encontrado en la Universidad Nacional, en dónde es profesor y director de la carrera de Estudios Literarios. La trayectoria del poeta boyacense comienza en 1987 cuando obtuvo el premio concedido por la revista El Aguilucho.
El Errante Insaciable (EI): ¿Cómo ocurrió ese evento, cuándo usted se reconoció cómo poeta?
Enrique Rodríguez (ER): Bueno, eso tiene una historia bastante larga, sobre todo porque comienza cuando estaba en el colegio estudiando, en esa época se llamaba segundo bachillerato lo que hoy se llama grado séptimo; el colegio tenía un periódico escolar que se llamaba Estafeta. Un profesor de español y un grupito de estudiantes conformamos el comité editorial y en alguna ocasión escribí un poemita ahí, como un ejercicio muy espontáneo y lo publicaron.
Entonces eso me llamó la atención en ese momento y seguí escribiendo como cuestiones mías y como muy rimado. Bueno, luego cuando estuve en la universidad fue que realmente encontré el punto donde se desató la escritura, en la Universidad Pedagógica una profesora de literatura llamada Helena Iriarte. Ella en alguna ocasión de una exposición de unos dibujos que hice y le ponía al frente unos poemas, entonces, los leyó y le llamó poderosamente la atención; hizo un trabajo admirable conmigo porque me puso a corregir, o sea todo lo que había escrito me puso a corregirlo a revisar a depurar y finalmente apareció el primer libro, Historia del agua.
EI: ¿Cómo definiría esa arte poética, esa búsqueda en la primera etapa; y cómo se fue perfeccionando?
ER: Bueno, en principio fui reconociendo las reflexiones que los mismos poetas hacían sobre su escritura, al comienzo era muy espontáneo en la filosofía, pero luego a partir de esa experiencia de revisar lo que uno escribe fue creando como una conciencia del cómo escribir. Igualmente, tuve contacto con Eduardo Gómez quién me hacía muchas anotaciones, con Pompilio Iriarte también por ser maestros cercanos de la Pedagógica; entonces me hacían esas observaciones y yo empezaba a comprender el sentido de lo que es un verso una metáfora, como todo lo que había detrás; y luego decidí comenzar a estudiar filosofía aquí en la Universidad Nacional y eso si fue pues como el camino más certero puesto que al ver poética, trabajar la estética, trabajar la hermenéutica da una mirada más amplia.
EI: Piensa usted qué se puede enseñar a escribir poesía o es algo que nace con el individuo?
ER: Yo creo que hay una disposición particular, pero eminentemente es un trabajo sobre la palabra, yo creo que el ser humano tiene esa posibilidad sobre la escritura, pero hay algunos detonantes, hay algunas iluminaciones que hacen que efectivamente se dediquen a la poesía. Pero escribir es muy fácil diría yo, pero revisar, revisar lo que uno escribe ese es el trabajo más complejo. Yo trato que todos los textos salgan muy depurados, que no me falte nada ni sobre nada y eso es muy difícil y hay textos que en los cuales se queda uno con nada.
EI: ¿En cuanto a la relación con la filosofía, digamos en este tiempo, con el auge de los medios, con el auge de la Internet; esa relación de la poesía como una aspiración filosófica como funciona en este tiempo precisamente, en este tiempo de cambios y de conflictos, de crisis?
ER: Yo creo que funciona de la mejor forma, es justamente el modo de mirar otras perspectivas de la escritura, es la escritura textual, hipertextual, contextual, extratextual, es decir, todo aquello que se ve en la pantalla del computador.
Lo que pasa es que como eso no ha sido trabajado y además todavía hay esa tendencia a excluir, pero resulta que más que una limitación, es una posibilidad, la poesía puede estar circulando ahora por la red, las entrevistas igualmente pueden estar generando encuentros; en fin, pero todo eso parte de un mirada filosófica, por ejemplo lo que hace Adorno sobre la obra de arte en su dimensión de cultura de masas, lo que hace Benjamin con el problema de la reproductividad o Heidegger cuando plantea que la técnica es un modo de velar el ser y los más cercanos ya han tomado como horizonte de trabajo, la tecnología la informática están muy cerca y por ahí también está la poesía generando otras miradas.
EI: ¿piensa usted que recibe influencias directas e indirectas que le permiten posicionarse en una corriente poética en una corriente de pensamiento que le ayude a construir su poesía?
ER: Sí, pero no sabría cómo definirla, si la lectura de Borges fue definitiva, luego conocí a Vallejo, creo que es más pasional ahí, y parece ser que mi poesía tiene cierta cercanía con la de Vallejo y ahora recientemente que estoy trabajando a Lezama, sí, de alguna manera también allí aparece, y desde el punto de vista de la filosofía, como trabajo siempre sobre hermenéutica, sobre Gadamer, sobre Heidegger sobre Ricoeur, sobre Derrida, entonces también lo van marcando a uno. Para ellos es muy importante el tiempo, el pensamiento está vinculado con la temporalidad y la muerte.
EI: ¿Y respecto a las tendencias locales, de poesía colombiana digamos, con que poetas siente más cercanías conceptuales?
ER: Bueno, habría que mirar por ejemplo a Quessep, Alvaro Mutis, Gonzalo Márquez, Eduardo Cobo. Por ahí, para uno, es muy difícil clasificarse, pero por ejemplo esa palabra que usa José Manuel Arango, esa palabra medida, explorar al máximo su brevedad.
EI: ¿ Piensa usted en el lector cuándo arriesga una imágen, cómo construye su poesía?
ER: Yo diría, que prioritariamente a partir de las experiencias cercanas con la muerte. El libro Inconsistencia de la mirada fue producto un poco de la muerte de mi padre, reconstrucción de ese duelo, y el libro que va a salir proximante, Entre los tejidos de las horas, fue la experiencia de la muerte de mi madre, es decir, pienso más en las experiencias que uno ha tenido, no tengo tanta conciencia en el lector a que lector voy a dirigir, o voy a escribir sino la experiencia cual fue mi duelo y hacer que ese duelo no sea sólo mío y no sea sólo sentimental o emocional o pasional, sino que de alguna manera se convierta en el duelo que todos pueden tener cuando un ser cercano muere.
EI: ¿Piensa que se generan diversas formas de poesía al estar vinculada con la Academia y aquella que no lo está? o ¿piensa que la poesía es única y no intervienen estas influencias directamente?
ER: Usted toca un punto clave para mí, que es el trabajo con los niños, con los jóvenes, lo que para mí es una pasión y allí es donde se da uno cuenta que la poesía es toda en cualquier momento. Entre más auténtica, más espontánea, pero si con un trabajo de reconstrucción mejor. Creo que la Academia puede interferir en la medida que uno puede imponerle ciertas categorías, ciertos conceptos a lo que se escribe, entonces hay que tener mucho cuidado en eso, me parece que ante todo, hay que partir de las experiencias humanas como tal.
EI: ¿Cómo ve usted la poesía que se está produciendo en este momento, hay alguna corriente, hay alguna cosa que se pueda definir como punto de referencia o está completamente dispersa?
ER: Sí, es un poco difícil, todavía no toma uno distancia. Pero lo que percibo es que por ejemplo, hice una antología de poetas bogotanos; los caminos son diversos, cada poeta construye su mirada que no podríamos definir ahí como con certeza, una caracterización general de la poesía colombiana contemporánea, sino más bien como que hay múltiples vías, múltiples caminos, muchas exploraciones. Igual, cuando uno lee la colección “Viernes de poesía”, encuentra también que hay experiencias de todo tipo, experiencias de mayor exte-riorización, interiorización, experiencias conceptuales, experiencias herméticas, en fin, no podríamos definir todavía como qué tendencias y creo que es como la intención, la misma teoría contemporánea nos deja una libertad muy amplia sobre eso.
A mí lo que me parece interesante es que esa producción literaria, produzca efectos en los lectores, efectos estéticos, críticos, por qué no, efectos políticos, en el sentido más genuino de la palabra. Pero que ante todo, sea un trabajo con el lenguaje, muy serio, muy dedicado a la palabra.
EI: ¿Piensa usted que las revistas de poesía o de arte tienen alguna función en la actualidad, a parte de promover escritos, cual piensa usted, que es la función de las revistas, de la publicaciones que se hacen con el ejercicio poético como tal?
ER: Me parece, que debe tener una combinación muy significativa entre la producción poética y la reflexión que se hace sobre la producción poética. Es decir, adolece un poco la cultura colombiana contemporánea de eso, hacer critica sobre poesía. Además de que haya publicaciones de los autores, me parece que sería interesante generar esas dinámicas de producción de textos sobre poesía.
EI: ¿La siguiente pregunta es sobre el título de la revista El Errante Insaciable. Qué le evoca ese nombre o que piensa que podría sugerirle al lector?
ER: Bueno, me da la sensación de movimiento, de no tener un lugar donde quedarse, la sensación de infinito, de algo interminable y de otro lado, el deseo de imprimirle como una búsqueda.