"Hace unos días el presidente Santos Anunció el alza del salario mínimo para el 2014. Llamé a Manuel para preguntar quién estaba a cargo de redactar la noticia. Me dijo que nadie, que la noticia ya estaba redactada. Y quién la redactó, no sé, dijo, viene desde la casa de Nariño. Pero alguien debió tomarla y redactarla, no sé, no sé, por qué no compra el periódico y ve el autor"
Manuel
sale por la puerta, me da un ligero vistazo y como despidiéndose alza su mano
derecha y me enseña el dedo corazón. No sé por qué se molestó tanto cuando le
dije, tan sinceramente, que me follaría a su mujer. Me pidió la verdad y se la
dije. Y es que vamos, una cuarentona con esas tetas no se ve todos los días.
Manuel
es periodista y trabaja hace diez años como redactor de noticias en el
periódico El Tiempo. Tiene una casa
en Chicó Alto, dos hijos, un perro y un gato. Después de su segundo hijo,
Mónica, su esposa, quedó con el pellejo algo flojo y Manuel para guardar
apariencias le está pagando varias cirugías para dejarla como un lulito. Mónica
es profesora de artes. La conocí en un evento a micrófono abierto para
escritores amateurs. Me pidió el número de teléfono por que le había gustado
mucho uno de mis cuentos. Me dijo que el esposo era periodista y que podía hablar
con él para mover algunos contactos a mi favor. Vieja loca, pensé, pero le di el
número correcto.
Tres
días después conocí a Manuel en su casa, Mónica había preparado la cena. Antes
de empezar a comer dio un discurso como oración. Me juró ante su esposa y sus
hijos, y su gato y su perro, que siempre buscaba la verdad, que la defendía a
capa y espada. Bueno, le dije, con sólo trabajar en El Tiempo, ya sé que me has timado desde la primera palabra. Me reí
amistosamente y él rió también pensando que era una broma. Los contactos a mi
favor no aparecieron nunca, pero forjé amistad porque en cada reunión había
whiskey o vodka patrocinados por él. Cuando las reuniones eran en su casa,
podía ver a Mónica en pijama corta y eso me motivaba secretamente a aguantar
las palabrerías de Manuel. Y es que Manuel hablaba mierda hasta por los dedos. Me contó
hace un rato, antes de irse, que las cirugías habían costado más de treinta
millones de pesos. Que seguramente lo
iban a ascender, que iba a comprar auto nuevo, que sus hijos eran excelentes en
el colegio, que el perro cagaba en la taza y el gato tomaba té con los vecinos.
Estos tipos no son de fiar.
Hace
unos días el presidente Santos Anunció el alza del salario mínimo para el 2014.
Llamé a Manuel para preguntar quién estaba a cargo de redactar la noticia. Me
dijo que nadie, que la noticia ya estaba redactada. Y quién la redactó, no sé,
dijo, viene desde la casa de Nariño. Pero alguien debió tomarla y redactarla,
no sé, no sé, por qué no compra el periódico y ve el autor, estoy ocupado,
colgó. Esa misma noche invité a Manuel a tomar vodka en mi apartamento. ¿Y el
motivo?, preguntó socarrón, de alguna manera tenemos que celebrar el aumento al
mínimo, dije. Sí, sí, es cierto, me imagino que para ustedes es un placer tener
eso de más en sus bolsillos. Claro Manuel, tanto así que hoy yo invito el trago.
Sí, bueno, eso no me importa ahora, lo quería contarle es que anoche le estrene
las teticas a Mónica. Que mi amor tan linda la derecha y la izquierda, que
lengüita pareja para ese par de teticas perfectas. Me levante para ir al baño,
di unos cuantos pasos y me preguntó que si me gustaba su mujer ¿Gustarme? No,
no, sólo me la follaría 24/7 al mes. Me tiró la botella a la cabeza y la
esquivé con una finta (para trabajar como periodista tenia cojones). Mientras
las esquirlas volaban por la habitación, Manuel volaba por la puerta
enseñándome el dedo medio (no recordaba que era periodista de El Tiempo). Cuando le oí bajar por las
escaleras del edificio, encendí el televisor. El presidente Juan Manuel Santos
habla de cómo se cierra con broche de oro un año. Que no hay mejor manera, que
los veinte mil pesitos son bienvenidos para todos los colombianos, que
aproveche, que no se le olvide dar gracias. Gracias señor presidente y VAYA Y
COMA MIERDA.