Por Amanda Gris
De la película La vida de Adèle |
Se
estrena en Colombia La vida de Adèle y los invito a que vayan al cine y
disfruten de esta obra de arte francesa dirigida por Abdellatif Kechiche, protagonizada por Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux. Ganó La Palma
de Oro 2013
del Festival de Cannes, está inspirada en la novela gráfica de Julie Maroh El azul es un color
cálido y es la mejor película de amor
que he visto. No es una película homosexual, es un encuentro frenético entre
dos seres reales y hay que agradecer a Kechiche por no haber perdido tiempo
ahondando en la marginación social que conlleva un amor así. Logró hacer un
mapa sincero y real del comportamiento humano, seduciéndonos a vivir este viaje
para los sentidos.
No he sido capaz de
deshacerme de la fascinación que me produce esta historia. Desde que me enteré de su
aparición se apoderó de mí un impulso que me llevó a leer la novela gráfica en
la que está basada. Luego leí la crítica, investigué todo sobre las actrices,
el director, anécdotas de la filmación, premios y me conformaba con ver
diariamente el tráiler, hasta que tuve la fortuna y cuatro veces frente a la
pantalla no han sido suficientes para satisfacer mi euforia.
Adéle es una adolescente solitaria y marginada que sufre
porque todo es ajeno a ella; procura vivir una vida normal como sus compañeros
del instituto, tiene amigos, novio, baila, canta, grita, y sin embargo, está
atrapada por la sensación de que le falta algo, pero no del mundo sino de ella
misma. Hasta que un día, porque la vida se lo debía o como consecuencia a su
ferviente deseo de respuesta aparece frente a ella Emma, una chica de pelo azul que le cambia la vida.
Empezamos a vivir al lado de Adèle una experiencia de una naturalidad que
desarma, real y apasionada, y, como ella, también nos enamoramos, nos
equivocamos, y nos rompen el corazón. Todo pasa sin que existan opciones, así
como en la vida real. Somos testigos, la primera media hora de la soledad de
Adéle, de esa búsqueda que por momentos resulta desesperada, de ese tropiezo
con la alegría y de ese encuentro en un plano general impecable, carnal,
apasionado y lleno de sentimiento que dura diez minutos. Es la escena sexual
más polémica de los últimos tiempos, en la que se ve el abandono a esa vida
ajena y una entrega arrebatada al placer en la que Adéle salda una deuda
consigo misma mientras empieza a hacer parte del cálido mundo de Emma.
Más allá del escándalo que se produjo por la negativa
de las actrices de volver a trabajar con el director, que las obligaba a
extenuantes jornadas de grabación y hacía que los golpes fueran reales, tengo que decir que
la película actuó como réplica de un temblor del que fui víctima hace algún
tiempo. Me vi reflejada al descubrir que esta vez el cine no actúa como escape
a la realidad sino que hace que revolvamos esos dolores del pasado, que veamos
otra cara de nuestra propia historia, que entendamos que ser valientes no sale
caro y que la sinceridad consigo mismo es un riesgo que estamos obligados a correr,
a cambio de recompensas como los eventos emotivos que nos enseñan, o como este
impresionante viaje a través de los sentidos por un amor “explosivamente
sensual”, alegre, doloroso y real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario