martes, 4 de marzo de 2014

El comunicador bestial


"Pone el odio de Dios en tu corazón, te dice qué tienes que hacer para portarte bien y ser bueno. Presenta un héroe al que alaba hasta que mañana aparece otro más apuesto o más rico. Cuando al héroe le muevan la butaca de honor, registrará al tiempo de su caída, la subida del nuevo ídolo y clavará el micrófono en la llaga para que se escuchen los borbotones"


No se ha visto todavía en el Colombestiario bestia que tenga la lengua más larga y carnuda. Hasta una chismosa, promotora de riñas públicas y disputas intrafamiliares, estaría indignada con el comportamiento de esta bestia histriónica. El comunicador bestial también es llamado lameculos o lamezuelas. Hace carrera en la lambonería desde épocas escolares. En la Facultad de Comunicación Bestial aprende las mañas para ascender en la difícil pirámide del entretenimiento para dummies: les enseñan a tratar temas importantes, mezclados con temas estúpidos, a abordarlos sin ningún trasfondo: no les cuesta nada juntar la masacre de 10 bestias comunes con una noticia sobre las tetas de alguna bestia de exportación.

Dicen tener un discurso neutro, no estar ligados al poder y criticar las injusticias sin importar quien las cometa. Pero cenan en la casa del Gran Monstruo Político. El viejo pestilente les pasa una lista de la información para el día siguiente. Si hay un escándalo que involucre seriamente los intereses del Monstruo Político, este ordenará que se hable de una bestia cualquiera a la cual le haya sucedido una desgracia (perdérsele un hijo, estar en etapa terminal de cáncer, haberse encontrado una maleta con varios millones y tener que devolverla, etc.).  El Monstruo Político impondrá siempre los hechos y controlará al máximo las circunstancias, pero si éstas llegaran a salirse de las garras inventará un engaño de último minuto que tergiversará la noticia. Así se domina el ánimo de las algunas bestias que se las dan de alborotadas: o bien se ensañan en sus teclados de computador y en sus tabletas, vociferan y protestan contra el gobierno, mientras comen pizza con Coca-Cola y fuman Philip Morris comprado con el sueldo de papi, o tal vez salen a la calle porque está de moda, pero no entienden ni quieren entender vericuetos de economía y política.

Cuando el comunicador bestial logra ser accionista de una cadena de radio, empieza a acceder a la cima de su carrera, al culmen de su misión.  No deja de ser un lambón, pero hará que su nombre resuene en los parlantes, Arizmendi, Dávila, Gurissati, Morales, Vélez, Ruíz… junto al de los cualquier políticos con los que pactan acaloradas entrevistas, conmovedores testimonios y ataques directos cuando es el caso. El cualquier político hará lo posible por congeniar con el comunicador bestial, sabe bien que si esto no es posible, el lambón mayor no descansará con su lengua incansable hasta sacudirlo en las mazmorras de la indignidad, ubicadas en el estómago del Monstruo Político.

Pero si bien la característica más llamativa del comunicador bestial es su lengua rojiza y corrompida, no es la más importante. Lo más temible en él es su fidelidad al Gran Monstruo Político. Si un día, en las carreras de cualquier políticos se apodera de la cabeza del monstruo pestilente un masacronservador en lugar de un fusilberal, el lameculos se volverá también masacronservador y dejará sus odas al fusil, para hacer odas de omisión a las motosierras.

Si el comunicador bestial debe cambiar de opinión de un minuto a otro, no tendrá ningún reparo, defenderá lo que antes criticaba y viceversa. Pone el odio de Dios en tu corazón, te dice qué tienes que hacer para portarte bien y ser bueno. Presenta un héroe al que alaba hasta que mañana aparece otro más apuesto o más rico. Cuando al héroe le muevan la butaca de honor, registrará al tiempo de su caída, la subida del nuevo ídolo y clavará el micrófono en la llaga para que se escuchen los borbotones.  Condena las muertes propinadas por bestias ácidas y alaba las muertes ocasionadas heroicamente por un “noble soldado” de las huestes legales del Colombestiario. Despedazarán cualquier cosa que les ordene destruir el poderoso y regresarán babeando, listos a cambiar de apariencia y de sentido, si es necesario.

Analizan con ferocidad la bestiacracia de planetas cercanos. Dictan los defectos de los habitantes de esos planetas, producen asco en las bestias comunes que cada vez son más susceptibles a las sugerencias de los comunicadores bestiales. Lo bueno siempre está a la derecha así que se burlan de lo que presumen zurdo, enarbolan los valores de lo rectilíneo, lo peinado, lo maquillado. No importa si eres corrupto con tal que jamás te descubra el lameculos. 

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