miércoles, 26 de febrero de 2014

"Está medio gordita pero chupa chévere" - La columna del Vermífugo

"Sus letras son un notorio esfuerzo por transformar la recurrente manera de ver el amor a lo largo del tiempo. Buscando combatir el romanticismo empalagoso, la melcochería de siempre, eliminan todos los eufemismos, las figuras literarias y retóricas, y acuden a la contundencia de lo directo"



Si usted es de los que cree que la poesía ha muerto, de los que piensa que en este siglo veintiuno no habrá alguna vanguardia literaria que remueva la mesura de lo establecido, considero que no ha observado bien. Sólo es una cuestión de detenimiento, lo persigue por todas partes. En mi caso, habito con un fanático de esta apuesta lírica contemporánea, tengo entre mi parentela un poeta en formación, integrante de esta corriente. Subo a un bus, allí está, al ir a una fiesta, lo encuentro, andando la ciudad, me lo topo en cada esquina. Por lo anterior debí apreciar, a palos, la nueva propuesta de latinos y reconocer su cariz tan serio. Sí, aunque usted no lo crea, es el reguetón. Espere, no se apresure, ahora viene la argumentación.

Sus letras son un notorio esfuerzo por transformar la recurrente manera de ver el amor a lo largo del tiempo. Buscando combatir el romanticismo empalagoso, la melcochería de siempre, eliminan todos los eufemismos, las figuras literarias y retóricas, y acuden a la contundencia de lo directo. Un par de ejemplos: está medio gordita pero chupa chévere, eso en cuatro no se ve, o, entrégate, yo sé que no es tu primera vez, por favor dime que sí, te lo voy a hacer una y otra vez. En esta amplia escuela no sólo tratan el amor con originalidad; en este neceser repleto de joyas, podemos mencionar sus epopeyas nocturnas entre conciertos y hoteles con barbies, reflexiones filosóficas profundas como una vagina de bailarina fina que te espera en una tina (ya casi lo logro), insultos entre ellos, pasajes bíblicos y hasta alusiones a la emancipación femenina como, ella se rebeló, se cansó de lavar y planchar, o, hoy van a tomar y van a olvidar, aquel hombre que las quiso controlar. Y para completar, un sonsonete pegajoso que al menos nos mueve la planta del pie, que desinhibe a las mujeres más tímidas y que transforma en trompo al más tieso. Usted encuentra en bailaderos a jovencitas engargoladas en jovencitos, aunque no siempre refregándose los genitales y sí muchas veces listos para salir a un lugar de mayor intimidad. ¿Me entienden?, el reguetón ha ahorrado toda la parafernalia que precede a un idilio desgastante, usted invite a la pretendida un tanto ebria y evitará todo lo que tuvo que hacer su abuelo o su bisabuelo para conquistar a sus respectivas esposas, ¿qué opina? ¿No le parece bueno?

Sería un canalla usted, hombre promedio, al afirmar que no envidia los cuerpos apolíneos de estos poetas, sus portes de galanes estereotipados, sus camionetas ruidosas, sus ropajes Gucci, Louis Vuitton, que no son para nada llamativos, que les permiten pasar desapercibidos. Sería un farsante usted, hombre de a pie, si no asegura que se le traga las entrañas la rabia tan verraca que le produce ver los videos llenos, como en un aluvión de bizcochos, de esas mujeres de cuerpos esculpidos en los mejores quirófanos de Medellín o de Bogotá, con esas tetas y esas nalgas mal cubiertas, que si se arrimaran mucho a la pantalla terminaríamos con el pezón en la boca.  

Con una experiencia de más de una década, el reguetón se ha logrado consagrar como una de las cosas más escuchadas en nuestra cotidianidad, en el perifoneo, en los restaurantes, hasta hay una emisora que todo el día lo dedica al reguetón. Los personajes que han llevado a tan altos ministerios esta tendencia son un patuleco, un bisojo, un negro desdentado con afro, todos puertorriqueños, lo lograron con poemas que alcanzan la categoría de clásicos como "La Gasolina" o "Pa´ que se lo gocen",  comparables apenas a "El lamento borinqueño" o "En mi viejo San Juan". Estas son las obras que los conducirán a la posteridad. Pero no nos achicopalemos, nosotros los colombianos también aportamos con unos hombres de caras lindas, que hacen videos en barrios populares donde no parecen mosco en leche ni tienen la intención de encajar a las malas en este “género urbano”.

Si lo persuadió mi argumentación, asústese, algo anda mal.


De sobremesa. Maduro no sirvió ni para dictador. Amigos de Fascismo TV, o mejor, NTN 24, ¿será qué la brutalidad policíaca sólo la usan nuestros vecinos? ¿Será qué sólo allá se cometen arbitrariedades?     

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