"Usted conoce la historia de Sodoma y Gomorra, por blasfemos como esos nos consumirán las llamas. Además, aquí entre nos, los abuelos ya no tienen fuerza en el… en el… cuerpo y ¿usted cree que yo viviendo en Italia, llena de guapos en todas las esquinas, me buscaría a un zambo muerto de hambre de Centroamérica para que me hiciera un hijo?"
"Monja arrodillada, verso", Martin van Meytens |
Estamos con la Hermana Roxana que durante nueve meses
confundió su pipa de preñada con alguna enfermedad digestiva causada por el consumo
de leche corriente, imagino. La esperamos durante una hora mientras sostenía
una charla con los dirigentes del convento que le alumbraban el camino de la
sabiduría cristiana, para que la iglesia saliera inmaculada de la pesquisa. La
hermana se sienta con sus piernas juntas, saluda con agrado y con una sonrisa
beatifica comienza a responder.
—¿Qué se siente ser madre?
—El señor puso en mi camino a esa bella criatura para
mostrarme su omnipotencia. Estoy dichosa.
—¿En realidad no tenía noticia de su embarazo?
—Me habría gustado que nuestro señor enviara a algún
arcángel para dar la buena nueva. Seguramente todos estaban ocupados
combatiendo el pecado. Siempre pensé en una grave enfermedad, pero lo oculté
con el miedo de acabar con mi misión.
—¿El bebé nunca pateó?
—Quizás. Pero todo lo confundí con los crujidos que dan
las tripas por hambre o por gases.
—¿Cuántos años tiene usted, sor?
—Eso no se le pregunta a una mujer —responde riéndose
con coquetería.
—Los medios han hablado de un amante furtivo que puede
estar en el ancianato o en un viaje a El Salvador ¿qué opina usted?
—Usted conoce la historia de Sodoma y Gomorra, por blasfemos
como esos nos consumirán las llamas. Además, aquí entre nos, los abuelos ya no
tienen fuerza en el… en el… cuerpo y ¿usted cree que yo viviendo en Italia,
llena de guapos en todas las esquinas, me buscaría a un zambo muerto de hambre
de Centroamérica para que me hiciera un hijo? –Se ruborizó y ansiosa demostraba
su error.
—¿Entonces usted cree que fue el Espíritu Santo?
—Por supuesto.
—¿Y no ha pensado en una demanda por inasistencia
alimentaria? Pues, para asegurar a su hijo.
—Cómo cree, la Trinidad nos dará todos los días los
alimentos necesarios.
—Si se hubiera enterado a tiempo de su embarazo, ¿no
habría pensado en un aborto o en algún método anticonceptivo?
—Eso ni se pregunta (parecía indignada) el aborto es
para asesinos y esos métodos para lujuriosas, como se diría en los pasillos del
Vaticano, para las putas.
Luego de terminar la entrevista, para darle un remate,
antes de despedirnos le pregunté:
—Me gustaría tener una entrevista más reservada con
usted, en mi apartamento estaría bien ¿puede hacerlo?
—Pero por supuesto (mirando para todas partes recibió
mi dirección, nerviosa) esta noche estaré allá.
Debe ser difícil saltar una tapia con un hábito puesto.
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